jueves, 10 de junio de 2010

Hola, viejo

Me acabo de sentar a tu lado, me acabas de terminar de hablar. Escondías la mirada de pena detrás de los lentes opacos que has venido usando desde que te pusiste mal. Me contaste del problema y me dijiste que no me preocupe mucho, pero que sería complicado.

Me preguntaste por mis notas, procuraste verme como un hombre fuerte. Procuraste sentirte tranquilo.

Y yo me he acordado de Barranco y del acuario, y de las palomas, y de mi casaca amarilla y de todo lo que has tenido que aprender conmigo. Casi me quiebro huevón, casi me cagas, estuve a punto de pedirte ayuda, pero no más. Entendí a tiempo que es la última prueba que me pones, como cuando te hacías el loco y me dejabas solo en medio del centro y de las tiendas, a ver si sabía qué hacer. Entendí que me toca ser tú. Que si te vas, te quieres ir tranquilo.

Pues déjame decirte algo, soy débil, me cago de miedo y lo último que quisiera ser es tú.

Sin embargo lo seré, porque te quiero demasiado, mierda. Aunque no quepa en tus zapatos, mierda, voy a ser tú. Aunque lo pensé imposible siempre, aunque nunca llegue a ser tú, voy a ser tú.

Porque me lo has pedido entre líneas, porque procuraste prepararme siempre para eso, porque nadie me ha admirado como tú, te creeré esta vez pues, sí la hago.

Duerme tranquilo, viejo, hoy, y mañana, y hasta el día que te vayas a alimentar palomas al vuelo.

Duerme tranquilo, que yo me encargo desde acá.




Saludos!



Lando

No hay comentarios:

Publicar un comentario