miércoles, 30 de junio de 2010

Sueño #2

Camino por un desierto. No me siento perdido hasta que dejo de ver palmeras. Entonces entro en desesperación y corro. Me tropiezo con una caja dorada. Vuelo varios metros hacia adelante. Caigo con fuerza. Me rompo los brazos.

Procuro levantarme con cuidado y voy hacia ella. La levanto con dificultad. Mis brazos se curan y adquieren un brillo particular, no sólo brillan, ahora poseen cierta transparencia también. Una voz que puede venir del cielo o de dentro de mi cabeza me dice: "Tu corazón por tu padre". Entiendo de qué se trata todo, como suele suceder en los sueños, y abro la caja. De ella sale una escalera de caracol guinda enorme. No deja de salir. Me quedo sentado viéndola. Llega hasta el cielo. Una luz baja del cielo como una navaja. Me corta el pecho, mi corazón se eleva gravitando sobre la escalera de caracol hasta el final de la misma. Baja del cielo un reloj de arena y entra en lugar de mi corazón, mi pecho no se cierra, puedo ver el reloj sobresaliendo en él.

El juego consiste en llegar a mi corazón antes de que se agote el tiempo en el reloj de arena, sólo así mi viejo se salvará.

Sin pestañear me paro y empiezo a correr. Subo las escaleras. Corro con todo lo que tengo, corro tan rápido que mi cuerpo se inclina hacia adelante y araño los escalones para avanzar más rápido, mis dedos sangran. Todas las aves que vuelan por ahí pierden sus alas y se dirigen hacia el final de la escalera como si una gran fuerza magnética atrajera pequeñas plumas de aluminio. Al llegar a la cima, bajan por la escalera de caracol a toda velocidad, sin tocar ningún escalón, como pequeños trenes eléctricos negros y plateados.

Los esquivo lo mejor que puedo, pero sin sus alas son como proyectiles y me cortan. Corro. Miro el reloj de arena compulsivamente. Me desespero. Calculo el tiempo y me doy cuenta de que no voy a llegar. Jadeo y gimo con desesperación.

Llego a tiempo

Salto desde el último escalón y cojo mi corazón, éste se deshace como si hubiese sido una bolsa hecha de servilletas contendiendo mucha sangre. La sangre se expande en la humedad de las nubes y las tiñe de rojo. El reloj se fusiona con mi pecho. La escalera empieza a guardarse en la caja. Caigo. Caigo mucho.

Mientras caigo miro el cielo. Veo aparecer la cabeza de mi viejo, tiene un antifaz y sus ojos brillan. Es gigante. Se ha convertido en un dios o algo similar. Le han salido alas de cóndor, mira asustado hacia todos lados, dándose cuenta de que ya no es humano. Vomita.

Veo el chorro enorme e interminable de sustancias multicolores caer sobre el mar. Salen criaturas de él.

Lo llamo con todas mis fuerzas pero no puede oírme. Me golpeo el pecho con furia. Estoy frustrado, golpeo mi pecho hasta empezar a abollarlo. No me duele. Después de unos cuantos golpes más suena un ruido de cristal roto. Entiendo que ha sido el reloj de arena, y entiendo que ahora estoy en peligro.

Trato de ver a mi viejo por última vez. Milagrosamente el sonido llamó su atención. Me mira. Me sonríe.


- Cómo te fue?
- Pasé todo, viejo, tranquilo.
- Felicidades.
- Descansa, te voy a dibujar durmiendo.
- No me jodas.



Saludos!



Lando

jueves, 24 de junio de 2010

Lo poco que conozco sobre mujeres

- Todo lo que conozco sobre mujeres me lo callo, no por lo poco que sé, sino por lo poco que hago.
- (risa) Eso es tan estúpido..
- Pero cierto.
- No lo es.
- Ah no?


Compraba una hamburguesa en la universidad el otro día. Había una chica de primer año esperando a ser atendida. Todos teníamos el ticket en la mano, sin embargo, ella había llegado primero. Tenía más vergüenza que brazos, así que no se atrevía a hacerse camino para hacer su pedido.

Extiende su brazo y no alcanza al encargado, el encargado la ignora. Poco a poco va llegando más gente, se forma un tumulto y la dejan de lado dando tumbos. El tipo empieza a recibir los tickets. Recibe el de ella al final y empieza a atender

Miré todo de la forma más pasiva que pude, porque, la verdad, la vergüenza de la chica me avergonzó a mí también. Me quedé un rato para ver qué era lo que había venido a pedir, o para ver su cara de alivio al ser atendida, o porque no tenía nada mejor que hacer.

Una naranja, una cola de 10 minutos por una naranja. La recibió feliz, la guardó en su bolso y se fue mientras sacaba su taper de comida probablemente para calentarla de nuevo.

Todo habría salido como sale todo usualmente, me habría salido con la mía y habría olvidado lo sucedido y probablemente no estaría escribiendo esto si no fuese porque antes de irse volteó, me sonrió y meneó la cabeza negativamente, como adivinando, como entendiendo y compadeciéndose de mi situación.

Me quedé parado un rato, masticando más de lo debido mi hamburguesa, y me reí.Se me quitaron las ganas de ir a la facultad, compré una gaseosa y me senté por ahí.

- Torpe.
- Sí.
- Cuando no haces algo, haces algo también.
- ¿Todo eso notan?
- No tanto así, es que no todos pueden hacer algo sin hacer algo.
- ¿Y yo puedo?
- Sí, porque eres torpe.


Me gustan mucho las mujeres, quizá porque conozco muy pocas. Y las pocas que conozco me enseñan cosas que no sabía que debía aprender. Y me ha tocado conocer unas cuantas bien trascendentales estos tiempos, será que estoy aprendiendo a observar.

O escuchar.

- Me alegra poder conversar contigo, no sé qué habría hecho.
- No es para tanto.
- Sí lo es.
- No es que te diga mucho.
- Nadie me escucha tan bien.
- ...


Me tocó un par de veces ser el mejor amigo, caer en el hueco, embarrarme. La verdad nunca fue tan malo, no es que haya sido una tortura ni algo parecido.

Una vez pretendí cruzar la linea. La invité a salir, le compré un helado y me puse zapatillas limpias. Me dijo que no quería lastimarme. Le dije eso era una excusa. Me besó y luego hizo como que no pasó nada.

Las mujeres no me parecen complicadas, sólo algo impredecibles.

- Me alegra que lo entiendas.
- ¿Ya estás mejor?
- Sí, ven, te invito un café.


A veces pienso que lo único que puede impedirle a uno alcanzar a una chica cuando quiera alcanzarla, es no saber exactamente qué se busca. Los tipos que saben a qué van, hacen planes, calculan, miden. Si uno sólo ha terminado al lado de alguien, mirándola como tarado sin decidirse a nada, se queda sentado al lado de alguien, y lo disfruta hasta que llega alguien más.

Lo peor de todo es que a veces, carajo, uno en verdad lo disfruta. A veces no saber lo que se busca es lo que le da sentido a todo.

La primera vez que le dije a alguien que me gusta fue a los 20 años, y fue porque no sabía lo que buscaba, y la verdad ella tampoco. Compré leche chocolatada para mí y a ella un chocman. Nos sentamos al lado del kiosco y se lo dije. El chocolate da valor.

Guardo aún el cartón de Chocovigor, porque me recuerda que yo nunca he buscado nada que no sea lo que me encuentro.

- A veces dices cosas geniales.
- A veces tengo suerte.
- Algún día alguna buscará a alguien como tú.
- Bah, ustedes o buscan al tipo ideal, o no quieren saber de tipos.
- ¿Y tú no podrías ser el ideal de nadie?
- No, la que me encuentre, no debe estarme buscando.
- ...
- Gracias por el café.




Saludos!



Lando

lunes, 21 de junio de 2010

Han pasado 3 meses

Han pasado 3 meses y yo ni cuenta. Me han tomado por sorpresa, hoy, almorzando a las 3 de la tarde, después de desayunar a las 12 del día, habiéndome despertado a las 7:30. Han pasado 3 meses desde que empecé a tratar de decidirme a cambiar de una vez.

Me han tomado por sorpresa hoy, almorzando a las 3 de la tarde, frente a mi viejo, que hacía esfuerzos por tomarse de una vez esa maldita sopa sin mostrar demasiada debilidad. Me han hecho pensar en lo raro que se pone todo si uno lo deja pasar como si tuviese todo el tiempo del mundo. Si uno se la pasa arrastrándose.

De pronto mis sentidos se agudizaron, como diciéndome "Oe, pendejo, estás vivo". Sentí las lentejas revolverse con el arroz en mi boca, sentí la pesadez de mis pies sobre mis sandalias blancas hechas mierda, sentí la sensación en el estómago de que tal vez era tiempo de levantarse, de que quizás me había dormido en algún punto, cuando intente hacer algo que quizás ya olvidé.

Han pasado 3 meses y no parecen haber pasado, 3 meses desde que me senté a las 3 de la tarde a almorzar después de haber desayunado a las 12 del día, hasta ahora, que me senté a las 3 de la tarde a almorzar mirando a mi viejo tomarse esa sopa de mierda.

Han pasado 3 meses y casi me pongo a llorar otra vez. Por lo débil que soy, por lo yuca que se pone todo cuando menos lo espera uno. Por el sueño, por la muerte, por el frío en el pecho.

Me he sentado derecho, me he acomodado el pantalón, me he cortado el pelo. Me dejaría la barba pero me crece como un arbusto mal cortado - a mí me salía igual, no te preocupes -, me dice mi viejo para consolarme - recién a los 22 me la empecé a dejar crecer como ahora, cuando conocí a tu vieja -.

Me quiero ver como él, no, quiero que él me vea como él. Es mi desesperado intento por mostrarle que todo va para mejor. Él lo nota, sabe que me importa poco cómo luzca, sabe que todo, todo, es por él, me mediosonríe, porque le duele, pero hace el esfuerzo, como me ve hacer el esfuerzo a mí.

Cuando hice amigos en mi nueva facultad, hicimos la promesa de no cortarnos el pelo hasta acabar la carrera. Esa promesa la he roto hoy, con firmeza. La he roto sonriendo, porque así se rompen las promesas, con una más importante en los ojos.

Hoy he caminado después de mucho, con la seguridad de saber lo que hago.

Han pasado 3 meses, me he levantado, he desayunado, he almorzado viendo a mi viejo. Y me he levantado.



Saludos!



Lando

jueves, 10 de junio de 2010

Hola, viejo

Me acabo de sentar a tu lado, me acabas de terminar de hablar. Escondías la mirada de pena detrás de los lentes opacos que has venido usando desde que te pusiste mal. Me contaste del problema y me dijiste que no me preocupe mucho, pero que sería complicado.

Me preguntaste por mis notas, procuraste verme como un hombre fuerte. Procuraste sentirte tranquilo.

Y yo me he acordado de Barranco y del acuario, y de las palomas, y de mi casaca amarilla y de todo lo que has tenido que aprender conmigo. Casi me quiebro huevón, casi me cagas, estuve a punto de pedirte ayuda, pero no más. Entendí a tiempo que es la última prueba que me pones, como cuando te hacías el loco y me dejabas solo en medio del centro y de las tiendas, a ver si sabía qué hacer. Entendí que me toca ser tú. Que si te vas, te quieres ir tranquilo.

Pues déjame decirte algo, soy débil, me cago de miedo y lo último que quisiera ser es tú.

Sin embargo lo seré, porque te quiero demasiado, mierda. Aunque no quepa en tus zapatos, mierda, voy a ser tú. Aunque lo pensé imposible siempre, aunque nunca llegue a ser tú, voy a ser tú.

Porque me lo has pedido entre líneas, porque procuraste prepararme siempre para eso, porque nadie me ha admirado como tú, te creeré esta vez pues, sí la hago.

Duerme tranquilo, viejo, hoy, y mañana, y hasta el día que te vayas a alimentar palomas al vuelo.

Duerme tranquilo, que yo me encargo desde acá.




Saludos!



Lando