lunes, 10 de mayo de 2010

El lunes del buen imbécil

Decidí estudiar arte porque (con una euforia adolescente) quería decir más cosas de las que mi anterior carrera me permitía. Y la verdad es que desde que empecé he dicho menos de lo que habría dicho en un día de los viejos tiempos. La facultad de arte no es lo que pensaba, sin embargo, me sorprendió de formas inesperadas, yo me sorprendí inesperadamente también.

Pues resulta que no ha sido una fiesta todo, como esperaba fuese, y resulta también que me he vuelto más idiota de lo que había planeado, al punto de cambiar el no decir nada en el momento justo por decir algo estúpido cuando todos escuchan.

Desperté a mi vieja el día de las madres, me obligó a dejarla preparar el desayuno, puso la mesa y, antes de llamar a todos, me quitó el pan con mantequilla de la boca y, como si hubiese estado meditándolo toda la noche, me confesó que había decidido dejarse de huevadas y ser genuinamente feliz desde ese momento. Como dije, no ha sido una fiesta últimamente, así que tomé con mucha seriedad el asunto, entendí lo trascendente que era ese momento para ambos y, como buen imbécil, me quedé callado y me atraganté con panes.

El taxista que me llevó hoy a la universidad había estudiado en San Marcos y no podía estar sin hablar del Perú, hablamos largo y tendido sobre lo jodido de las cosas y sobre lo paja que es el arte, fue una de las conversaciones más geniales que he tenido con un extraño y él una de los extraños más cultos que he conocido. Llegamos a la universidad y hablamos un rato más, hasta que fue tiempo de darse cuenta de lo tarde que es. El tío me sonrió y me dijo "un gusto hablar contigo" y yo, como buen imbécil "ah, ok, a usted también".

Hoy en la tarde vi a una chica llorar, no habría sido gran cosa si no fuese porque ésta en particular parecía estar en paz con todo todo el tiempo, y su forma de ver las cosas hacía que yo lo esté también. Llegué, la saludé, me quedé frío y me senté en el barandal a su lado. Un amigo la consoló, me miraron, esperando que dijese algo y yo habría querido darle a entender lo importante de las cosas, lo esencial que era, lo estúpida que es la gente, pero, como buen imbécil, balbuceé algo que quizá nadie entendió, ni si quiera yo.

En fin, ya va más de un año del cambio de carrera y me parece que seguiré sin poder decir nada hasta que me ponga huevos y le diga lo que debo decirle a la gente que lo merece, pero quién sabe, puede que en realidad nadie quiera oírlo, puede que en realidad no tenga nada por decir, como buen imbécil.

Carajo, creo que sólo ha sido un mal día.




Saludos!


Lando

1 comentario:

  1. hay veces en las que la situacion nos sorprende tanto que no sabemos que decir, como ayer, pero uno entiende y va aprendiendo :)

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