martes, 13 de julio de 2010

Sueño # 3

Estoy sentado en una silla en medio de un cuarto blanco, amodorrado y mirando el suelo. Como en trance, como mirando insectos. El cuarto me habla. Me dice enérgicamente que despierte, que es hora de levantarme. Me estremezco, siento algo parecido a una tormenta en mi pecho. Me levanto.

Le pregunto a la habitación qué quiere. Me dice que debo preguntar qué pasa. Pregunto.

Hay un silencio. Me dice que debo convertirme en el rey de los tejones. Acepto porque sé que no puede ser de otra forma. Asumo que debo achicar mi columna vertebral, así que me siento, tomo los bordes de la silla y jalo con fuerza, presionando mi cuerpo contra ella. Me duele. Siento cómo se van rompiendo mis vértebras. Duele. Me sale pelo. Soy pequeño. Soy un tejón. Trato de caminar pero me cuesta coordinar mis patas. El cuerpo me duele.

El cuarto me dice que no me preocupe, que los tejones me oirán, que me llamarán rey. Empieza a derretirse, veo cómo el techo se acerca a mí. Termina siendo un charco a mi alrededor, pero no me moja.

Estoy en medio de un desierto.

El cuarto me cubre por completo y entra por mi boca. Me tomo todo el cuarto.

Alcanzo el tamaño de un humano. El cuerpo ya no me duele. Volteo y hay un ejército gigante de tejones a mis espaldas. Me acerco a ellos despacio, fingiendo, no quiero que noten que soy humano y que no puedo caminar como tejón. Un tejón pequeño y gordo se abre paso y hace una venia, me saluda como gran rey de los tejones y me dice que todos están listos para la batalla.

Pregunto quién es el enemigo. Me miran extrañados y señalan el horizonte.

Un ejército infinito de reptiles se acerca a lo lejos. Me dicen que es preciso mandar la orden de ataque de una vez, si no los reptiles ganarán territorio. Dudo un poco, no quiero caminar porque notarán que soy humano. Antes de atreverme a andar, un petirrojo vuela hacia mí. Se para en mi hombro izquierdo y me susurra que es el mensajero de las aves y viene a decirme que están de nuestro lado. Le agradezco y le sonrío. Conozco desde siempre al petirrojo, le quiero decir más cosas, pero se va.

Miro atrás, miro al frente, y empiezo a andar. Me tropiezo.

Hay una conmoción entre todos los tejones que me vieron. Notaron que soy humano, es más, ya saben mi nombre. Pero no dicen nada, es tarde para quejarse, prefieren que nadie más lo sepa, para disimular me cargan en hombros y corren. Yo levanto mi brazo, señalo la horda de reptiles y doy el mejor grito de guerra que me sale de la garganta. Me responden mil voces. Sigo con el brazo estirado, señalando, mi brazo tiembla, porque todo mi cuerpo se sacude, porque me llevan cargando mientras corren.

Miro la horda de reptiles acercarse, doy otro grito de guerra, esta vez escucho infinitas voces detrás mío.


Despierto.



-Volví a soñar con ella.
-¿Era un petirrojo?
-Sí, y yo era un tejón.
-Deberías escribir cuentos para niños.
-¿Ella los leería?



Saludos!



Lando

2 comentarios:

  1. sabes, los petirrojos siempre han sido importantes para mi familia, mas para mi, no lo se, me dan confianza y alegria, mi madre prefiere las palomas, es como una senial magica, las 3 palomas, ella, mi bisabuela y yo

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  2. Vaya! los petirrojos son importantes para mí ahora.

    Chócatela?

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